En bus, en couster, en la tolva de una camioneta, también en lancha. Todo vale, todo sirve para llegar a Puerto Súngaro y Puerto Inca, en la selva de Huánuco.
Viaje extenuante y kilométrico. De Lima a Tingo María. Partida: 7:30. Carratera Central. Bus de dos pisos. Asfalto y curvas. Cruzar Ticlio, La Oroya y Cerro de Pasco. Bajar a Huánuco. Dejar los Andes, internarse en la selva.
Carretera maltratada. Un reservista subiendo en la madrugada para dar protección. Aquí hay asaltos, dice, y pide una ayuda. Le dan varias monedas.
Arribo tempranero a Tingo María. Desayuno, un breve descanso antes de abordar una couster hasta el kilómetro 86. De allí derechito hasta Puerto Súngaro.
Salida. Ruta Tingo María - Pucallpa. Obras, trabajos, un puente caído. Desvío. Se acaba el asfalto. Llegada al kilómetro 86 de la vía Von Humboldt.
Hora de almuerzo. Majaz en salsa de maní. Buen provecho aunque no hay postre. De vuelta al camino. Falta poco. Dos o tres horas. Es época seca, la carretera está buena, comentan.
No es cierto. Hay barro, cráteres, puentes de dudosa resistencia. La couster no puede, se queda, se estanca en un lodazal. La remolcan, la empujamos, se maltrata. Las dos horas se convierten en cuatro, tal vez cinco.
Final de la tarde. Llegada a Puerto Súngaro, capital comercial de la provincia de Puerto Inca. Un pueblo desordenado a la vera del camino. Ceviche de chonta o palmito para doblegar al hambre. Pernocte sosegado en el hospedaje Tello.
Día siguiente. Tramo final a Puerto Inca. Viaje en río por el cauce del Sungaroyoc. Más de 20 minutos hasta la confluencia con el Pachitea; otras 10 para llegar al muelle. Recibimiento, baile, manos que se estrechan. Caminar con los equipajes hasta el hostal Don Carlos.
En la capital provincial no hay carros. Solo motos, mototaxis y un tractor colectivo que nos acerca a un balneario natural llamado la Viuda, a otro conocido como la Cooperativa y a una piscigranja de paiches y pacos.
Al día siguiente, navegación hasta las comunidades de Puerto Sira -donde viven los seguidores de Ezequiel Ataucusi- y Santa Teresa -territorio de yaneshas y ashaninkas-. Salimos tarde. Son muchas horas. Las estrellas acompañan el retorno.
Tiempo de volver por la misma ruta pero no en couster, sino en camioneta doble cabina. Falta espacio. Varios pasajeros en la tolva.
La noche anterior llovió. La carretera se presenta retadora e intransitable. El vehículo sufre, se zarandea y hay que agarrarse bien; de pronto, el barro puede más, el carro se ladea, se rebela, bloquea la vía.
Hay que bajar y esperar. El chofer "tiene caña" y recupera el rumbo. Se supera el impase. Resistes los últimos embates del camino. Fueron tres horas de saltos y golpes.
Otra vez en el km 86. Otra vez la couster, el puente roto, el almuerzo en la carretera, el arribo a Tingo María y el breve descanso para recuperar fuerzas antes del tramo final hasta Lima.
Viaje tranquilo. Durmiendo de lo lindo a pesar de los balazos de la película abordo. Despertar en la capital. Recoger el equipaje. Subir a una combi... que, después de todo, hoy no me parecen tan asesinas.
Viaje extenuante y kilométrico. De Lima a Tingo María. Partida: 7:30. Carratera Central. Bus de dos pisos. Asfalto y curvas. Cruzar Ticlio, La Oroya y Cerro de Pasco. Bajar a Huánuco. Dejar los Andes, internarse en la selva.
Carretera maltratada. Un reservista subiendo en la madrugada para dar protección. Aquí hay asaltos, dice, y pide una ayuda. Le dan varias monedas.
Arribo tempranero a Tingo María. Desayuno, un breve descanso antes de abordar una couster hasta el kilómetro 86. De allí derechito hasta Puerto Súngaro.
Salida. Ruta Tingo María - Pucallpa. Obras, trabajos, un puente caído. Desvío. Se acaba el asfalto. Llegada al kilómetro 86 de la vía Von Humboldt.
Hora de almuerzo. Majaz en salsa de maní. Buen provecho aunque no hay postre. De vuelta al camino. Falta poco. Dos o tres horas. Es época seca, la carretera está buena, comentan.
No es cierto. Hay barro, cráteres, puentes de dudosa resistencia. La couster no puede, se queda, se estanca en un lodazal. La remolcan, la empujamos, se maltrata. Las dos horas se convierten en cuatro, tal vez cinco.
Final de la tarde. Llegada a Puerto Súngaro, capital comercial de la provincia de Puerto Inca. Un pueblo desordenado a la vera del camino. Ceviche de chonta o palmito para doblegar al hambre. Pernocte sosegado en el hospedaje Tello.
Día siguiente. Tramo final a Puerto Inca. Viaje en río por el cauce del Sungaroyoc. Más de 20 minutos hasta la confluencia con el Pachitea; otras 10 para llegar al muelle. Recibimiento, baile, manos que se estrechan. Caminar con los equipajes hasta el hostal Don Carlos.
En la capital provincial no hay carros. Solo motos, mototaxis y un tractor colectivo que nos acerca a un balneario natural llamado la Viuda, a otro conocido como la Cooperativa y a una piscigranja de paiches y pacos.
Al día siguiente, navegación hasta las comunidades de Puerto Sira -donde viven los seguidores de Ezequiel Ataucusi- y Santa Teresa -territorio de yaneshas y ashaninkas-. Salimos tarde. Son muchas horas. Las estrellas acompañan el retorno.
Tiempo de volver por la misma ruta pero no en couster, sino en camioneta doble cabina. Falta espacio. Varios pasajeros en la tolva.
La noche anterior llovió. La carretera se presenta retadora e intransitable. El vehículo sufre, se zarandea y hay que agarrarse bien; de pronto, el barro puede más, el carro se ladea, se rebela, bloquea la vía.
Hay que bajar y esperar. El chofer "tiene caña" y recupera el rumbo. Se supera el impase. Resistes los últimos embates del camino. Fueron tres horas de saltos y golpes.
Otra vez en el km 86. Otra vez la couster, el puente roto, el almuerzo en la carretera, el arribo a Tingo María y el breve descanso para recuperar fuerzas antes del tramo final hasta Lima.
Viaje tranquilo. Durmiendo de lo lindo a pesar de los balazos de la película abordo. Despertar en la capital. Recoger el equipaje. Subir a una combi... que, después de todo, hoy no me parecen tan asesinas.
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